El COVID ha ejercido de acelerador de tendencias y corrientes que se encontraban latentes en numerosas parcelas. Una de ellas ha sido el ámbito de las ferias y los eventos sectoriales. De hecho, la reciente celebración de Matelec (Ifema, del 15 al 18 de noviembre de 2022) ha puesto sobre la mesa algunos elementos que pueden servir para revisar la eficacia y la utilidad de las ferias en la segunda década del siglo XXI.
En este sentido, el largo periodo de la pandemia, que obligó a aplazar estos certámenes, tanto en España como en otros países, se ha traducido en un intenso deseo de presencialidad. Como ocurre cuando se nos prohíbe una cosa, los profesionales tenían muchas ganas de encontrarse cara a cara, charlar e intercambiar opiniones con sus colegas y clientes más allá de las pantallas de Teams, Zoom y otros sistemas de videoconferencia. Sobre todo en un sector como el de material eléctrico, con un alto componente relacional.
Los profesionales estaban cansados de relacionarse en los últimos años a través de las pantallas. Se detectaban ganas de encontrarse cara a cara presencialmente.
Así, en el plazo de apenas dos meses y medio, de mediados de septiembre a finales de noviembre, hemos vivido una sucesión de encuentros sectoriales de toda índole; desde eventos organizados por grupos de distribución hasta exposiciones de ámbito autonómico como Efintec, pasando por ferias de mayor alcance como Light & Building y la citada Matelec (y seguro que me dejo alguno).
Elementos positivos
En primer lugar, hay que decir que ha sido positivo encontrarse de nuevo en una feria como Matelec, cuya última edición tuvo lugar en 2018. Ha servido, ante todo, como espacio de encuentro de la cadena de valor del sector de material eléctrico y campos afines tras cuatro largos años.
Los visitantes han podido ver soluciones innovadoras de empresas y fabricantes españoles e internacionales; y se ha podido hablar con expertos y técnicos sobre novedades, aplicaciones y las tendencias que se están imponiendo. Se han celebrado algunas conferencias de interés, que han abordado algunos aspectos vitales como la digitalización, temas regulatorios o la necesidad de renovar las instalaciones eléctricas en la rehabilitación de viviendas y edificios (por ejemplo, la presentación de la campaña “¿Reformas o rehabilitas?”).
No podemos olvidar, además, el Concurso de Jóvenes Instaladores organizado por FENIE, que llevó a cabo durante Matelec la fase final de su décimo sexta edición; una iniciativa que da protagonismo a las jóvenes generaciones, concitando mucha expectación y trayendo al primer plano el problema del relevo generacional.
Visitantes en el pabellón 7 de Matelec 2022, feria celebrada entre los días 15 y 18 de noviembre.
Los criterios para las ferias han cambiado
Dicho esto, el que suscribe ha conversado con expositores de todo signo y la sensación mayoritaria es agridulce. Se mencionaba la insuficiente afluencia de visitantes, sobre todo en el primer y último día del certamen; en cambio, los pabellones de dedicados a la construcción, en los salones como Construtec o Veteco, mostraban una afluencia superior. En suma, la convocatoria no se había trabajado del todo bien en los diferentes segmentos que componen Matelec.
Se hablada de la numerosa presencia de estudiantes de Formación Profesional y estudios técnicos; y también la inconveniencia de la duración de la feria –cuatro días– y la época del año, a escasos quince días del puente de la Constitución. Además, muchas de las conferencias que acoge la feria tienen, a mi modo de ver, un sesgo demasiado institucional, que quizás no aciertan con el enfoque para acercarse más y mejor a las preocupaciones y problemas reales de los profesionales que la visitan: instaladores, ingenierías, distribuidores, etc.
Hay que recordar, asimismo, que los primeros espadas y grandes marcas del mercado, en su gran mayoría, abandonaron Matelec hace años; no vieron la rentabilidad adecuada para apostar por un certamen de estas características.
Un nuevo enfoque de Matelec
Con todo esto, emergen algunas preguntas. ¿Está justificada la enorme inversión que supone Matelec, sobre todo para empresas de tamaño pequeño e incluso mediano? En un escenario dominado por Internet, la digitalización y las redes sociales, ¿es necesaria una feria para presentar nuevos productos? ¿Qué tipo de retorno obtendré para dedicar mis recursos a participar en esta exposición?
Lo que es evidente es que es preciso repensar y reformular el planteamiento ferial si se quiere avanzar. No es viable continuar con enfoques convencionales para un mercado que ha cambiado muchísimo, sobre todo en los últimos tres años. Si no se cambia el rumbo, Matelec –y otros certámenes– entrará en declive, a pesar de que el sector de material eléctrico necesita contar con una feria de ámbito nacional, que vertebre este tejido empresarial y que ofrezca también una proyección internacional que permita atraer a visitantes de mercados en nuestra órbita, como la Unión Europea, Norte de África y Latinoamérica.
Nos hallamos en un momento en que lo tradicional no ha desaparecido, pero en el que lo nuevo no termina de cuajar y desconocemos hacia dónde se dirige. Se admiten sugerencias.