Las empresas que operan en el sector de las instalaciones técnicas, tanto de material eléctrico como de climatización y fontanería, han constatado que a partir del verano se ha producido un cierto frenazo de las tasas de crecimiento respecto a cómo había empezado el año. Los más optimistas prefieren llamarlo ralentización o desaceleración. Varias son las causas: inflación que sigue al alza, demanda más débil, subida de los tipos de interés… En este sentido, algunos ámbitos industriales han sufrido más que otros. Autoconsumo fotovoltaico en el segmento residencial o equipos de aerotermia son dos ejemplos destacados.
En este contexto, uno de los factores que permanece en un segundo plano, pero no por ello menos importante, es el exceso de stock que en estos momentos afrontan numerosos almacenes y empresas distribuidoras. El aumento de los precios de las materias primas y la escasez de determinados equipos y componentes electrónicos que se produjo en 2021 y buena parte de 2022 llevó al canal de la distribución a invertir en hacer acopio adicional para cubrir la demanda de los clientes.
Buscar el equilibrio
Ese elevado volumen de stock extra se adquirió a unos precios más o menos razonables, pero el entorno ha cambiado y los precios han descendido en los últimos meses. Hay que darle salida a esas referencias sin penalizar la rentabilidad. Situación complicada, con una demanda que evoluciona a la baja, y con una financiación más cara.
Volvemos al ejemplo del ámbito fotovoltaico. Los almacenes y distribuidores que incrementaron su inversión, y el riesgo financiero, para dotarse de un stock más amplio para atender una demanda que en 2022 creció por encima del 100 %, se han encontrado con un escenario cambiado en 2023. Los precios de la energía cayeron sensiblemente y los créditos se encarecieron, lo que desactivó la demanda de placas solares y soluciones de autoconsumo.
Estos problemas alcanzan también a otras familias de producto, aunque no de manera tan intensa. En función del montante invertido y del porcentaje de facturación, el distribuidor enfrenta un problema de mayor o menor calado. Debe buscar el equilibrio para dar salida a ese stock excedente, a un ritmo adecuado, y que siga siendo un activo valioso en sus balances.
En este escenario las empresas distribuidoras de material eléctrico se hallan inmersas en inversiones y proyectos para mejorar su capacidad logística. Covama Eléctrica, el centro CLC de Aúna Distribución, Saltoki o más recientemente Sonepar España son ejemplos de esta tendencia, por citar algunos.
Aplicar tecnología para optimizar el stock
Ahora toca tirar de creatividad para buscar soluciones innovadoras. El temor al desabastecimiento no debe tampoco llevar a la dirección contraria y asumir un volumen de existencias no acorde con la demanda. Y al mismo tiempo debe ofrecerse una disponibilidad de producto, ajustando plazos de entrega, que aporte el mejor servicio.
La tecnología puede ser de gran ayuda en esta parcela. Todo lo que se haya hecho y se esté haciendo en inversiones para digitalizar los datos de stocks y entregas será muy positivo. Servirá para mejorar y optimizar la logística.
Los sistemas software para cálculo de stocks y reaprovisionamientos y las soluciones de automatización de almacenes cobrarán cada vez más importancia, como comentó a nuestra redacción Jorge Ruiz-Olivares, director de Fegime España.
Sin olvidar que la colaboración y transparencia entre fabricante y distribuidor puede ser un elemento crucial. Elegir el partner adecuado puede contribuir a acertar de manera más fiable para redimensionar el stock, apostar por las familias más rentables y dar salida de manera rápida a las gamas menos productivas.
Queda mucho trabajo en este campo. Un gran reto para 2024.
