Como cada año, el último domingo de octubre España se adapta al horario de invierno. Este cambio viene recogido en la Directiva Europea 200/84CE y es de obligado cumplimiento para todos los países miembros. El objetivo de estos cambios horarios es el de promover el ahorro energético y un mayor aprovechamiento de las horas de luz.
Por ello, en la madrugada del sábado al domingo a las tres habrá que retrasar los relojes una hora, hasta las 02:00, lo que supone que el fin de semana ‘gane’ una hora.
¿El cambio de hora supone un ahorro energético real?
La Comisión Europea realizó una consulta pública en el año 2018 en la que el 80 % de los participantes se mostró partidario de acabar con los cambios de hora en favor del ‘horario de verano‘. Ante estos resultados, el organismo europeo propuso acabar con esta práctica y que el cambio horario de marzo fuera el último. Sin embargo, la falta de consenso y la irrupción de la pandemia ha paralizado la iniciativa, en principio, hasta el próximo año.
En la misma línea, pero en el ámbito nacional, el Centro de Investigaciones Superiores (CIS) realizó en noviembre de 2018 un estudio sobre el cambio horario. Pues bien, el 65 % de los encuestados se manifestó a favor de permanecer en el horario de verano.
A los resultados de estos estudios se suma la ausencia de informes concluyentes que demuestren que el cambio horario supone un beneficio para el ahorro energético. Así lo han puesto de manifiesto el Gobierno español y la propia Unión Europea al reconocer que el supuesto ahorro está muy influenciado por factores externos, tales como la meteorología, la geografía y el comportamiento de los usuarios.
Un huso horario procedente del franquismo
España está incluida en el huso UTC/GMT+1, al igual que la mayor parte de Europa a excepción de Reino Unido, Irlanda y Portugal, que se mantienen en el UTC/GMT+0. Esta adscripción de huso es la que marca desde 1940 la ‘hora oficial’ española, adelantada en 60 minutos a la ‘hora universal’.
En la latitud de nuestro país las horas de luz son las mismas, alrededor de 10 en invierno y unas 14 en verano, pero no amanece o anochece a la misma hora en el este que en el oeste, pudiendo haber más de una hora de diferencia de un extremo al otro. Vigo, por ejemplo, es la ciudad europea en la que más tarde anochece.
