Tras las recientes alertas de REE, C de comunicación conversa con expertos de APPA Renovables y UNEF para saber más acerca de este procedimiento, que permitirá que las plantas renovables aporten control de tensión, un servicio hasta ahora reservado a ciclos combinados, centrales hidroeléctricas, centrales nucleares y plantas de biomasa.
El sector eléctrico español encara una nueva fase en su transición hacia un sistema más flexible y seguro. Después del apagón del pasado 28 de abril, que reabrió el debate sobre la estabilidad de la red en un contexto de alta penetración renovable, Red Eléctrica de España (REE) ha alertado de “variaciones bruscas de tensión” en los últimos días, pidiendo a la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) la adopción de medidas coyunturales para mitigar riesgos mientras se termina de implementar el nuevo Procedimiento de Operación 7.4 (PO 7.4).
Este procedimiento, aprobado el 12 de junio y cuya entrada en vigor está prevista para el primer trimestre de 2026, permitirá que las plantas renovables contribuyan activamente al control de tensión, una función que hasta ahora solo desempeñaban los ciclos combinados, las centrales hidráulicas o las plantas de biomasa.
Atendiendo a este contexto, C de Comunicación conversa con expertos de APPA Renovables y UNEF, quienes analizan las implicaciones del nuevo PO 7.4 en la estabilidad del sistema eléctrico español y los retos que plantea su implementación.
Un cambio estructural en la operación del sistema
El PO 7.4 viene a marcar un cambio estructural en la gestión técnica del sistema eléctrico español, ya que por primera vez las tecnologías renovables pasarán a desempeñar un papel activo en la estabilidad de la red, contribuyendo a mantener la calidad del suministro eléctrico.
Desde la Asociación de Empresas de Energías Renovables (APPA Renovables), su director general, José María González Moya, subraya la importancia de este avance: “En principio debería tener un efecto positivo, pero su alcance real no lo podremos saber hasta que esté plenamente operativo. Eólica y fotovoltaica pueden participar de forma activa en el control de tensión, algo que llevamos reclamando desde hace varios años y es importante que demos este paso adelante”.
Por su parte, el director técnico de la Unión Española Fotovoltaica (UNEF), Héctor de Lama, explica que la fotovoltaica y la eólica ya instalada “tienen capacidad técnica para aportar control de tensión pero no podían hacerlo hasta ahora por una cuestión regulatoria ya que hasta el 12 de junio de 2025 no se había aprobado el nuevo P.O.7.4. Estas tecnologías también podrán aportar inercia mediante grid forming cuando se publique el reglamento europeo Requirement for Generators (RfG) 2.0 ”.
Con respecto a las últimas alertas de Red Eléctrica sobre las variaciones “bruscas” de tensión detectadas y la urgencia de medidas, Héctor reflexiona que “después del apagón, REE ha actuado con extrema prudencia”. En este sentido “ha incorporado más ciclos combinados al sistema y ha pedido a la CNMC medidas adicionales ‘por si acaso’; aunque los límites de tensión no se han superado, el operador está más sensible que nunca a la seguridad del suministro”, detalla.
Avance gradual y nuevas exigencias
El director técnico de UNEF reconoce que el proceso de habilitación del nuevo procedimiento avanza con lentitud. “La aprobación llegó en junio, en pleno verano, y los primeros seminarios técnicos para explicarlo se están celebrando ahora. Las renovables están entrando poco a poco en este servicio, y REE también va con cautela para garantizar que todo se hace con seguridad”, expresa.
Según UNEF, todas las plantas fotovoltaicas y eólicas instaladas después de 2017 ya cuentan con la capacidad técnica necesaria para participar en este servicio, en virtud de la Norma Técnica de Supervisión (NTS). No obstante, algunas instalaciones anteriores también están demostrando que pueden hacerlo.
“REE no esperaba que esas plantas más antiguas superasen las pruebas, pero muchas sí lo están logrando. El operador, sabiendo que pueden hacerlo, ha endurecido los requisitos para que todas, antiguas y nuevas, cumplan los mismos estándares”, añade De Lama.
Además, el nuevo marco operativo contempla un servicio básico de control de tensión, obligatorio para todas las plantas, y un mercado específico en el que las instalaciones que superen los estándares podrán percibir ingresos adicionales. “Hay plantas más veteranas que quieren optar a ese mercado, y eso también está generando ajustes en los criterios de exigencia”, explica el directivo.
“Una medida necesaria, pero no suficiente”
Para José María González Moya (APPA Renovables), el PO 7.4 representa un paso técnico necesario, pero insuficiente para resolver los desafíos estructurales del sistema eléctrico. “El PO 7.4 ayudará, pero no basta”, traslada. Asimismo, subraya que “España necesita redes más robustas, más almacenamiento y una gestión activa de la demanda, solo así podremos asegurar un sistema estable y eficiente”.
El director general de APPA Renovables recuerda que, aunque el país cuenta con más de 9,5 GW con permisos de acceso para almacenamiento, apenas se han instalado 835 MWh detrás del contador y unos 30 MW conectados a red, una cifra que considera “insuficiente” para equilibrar la producción y el consumo.
“Necesitamos señales adecuadas para que el almacenamiento avance y para que la demanda se electrifique. Si no actuamos en paralelo en todos esos frentes, los problemas de estabilidad seguirán reapareciendo”, insiste González Moya.
Un paso hacia la madurez técnica del sistema
Tanto APPA Renovables como UNEF coinciden en que el nuevo PO 7.4 supone un salto cualitativo en la integración técnica de las renovables, que pasarán de ser simples generadoras a actuar como elementos activos en la estabilidad de la red. “Es un paso decisivo, porque demuestra que las renovables no solo pueden garantizar energía limpia y barata, sino también seguridad y calidad de suministro”, resume De Lama.
El reto ahora está en acelerar su implementación: mientras REE avanza con cautela y la CNMC aplica medidas temporales, el sector confía en que 2026 marque el inicio de un sistema eléctrico más inteligente, estable y renovable.