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Guerra Rusia Ucrania

Un año de guerra en Ucrania: Efectos del conflicto en el sector del material eléctrico

Por Pablo García
El principal impacto ha llegado vía inflación de los precios de las materias primas y la energía. Sin embargo, algunas compañías han vivido en primera persona las consecuencias de la invasión. Es el caso de Siemens, Televés y Acciona. Las dos primeras decidieron abandonar Rusia a los pocos meses de iniciarse el conflicto; la tercera gestiona seis plantas fotovoltaicas en Ucrania.

24 de febrero de 2022. Cuatro de la madrugada en Kiev, tres de la mañana en España. Caen los primeros misiles rusos sobre el oeste de Ucrania. Poco antes, el presidente ruso, Vladimir Putin, había anunciado en un discurso emitido con nocturnidad en la televisión estatal el inicio de una “operación militar especial”. Curioso eufemismo para denominar una invasión.

24 de febrero de 2022. Cinco de la madrugada en Moscú. A esa hora, el mundo, tal y como lo conocíamos, cambió. Las optimistas previsiones de recuperación tras la pandemia se tornaron en incertidumbre. Incluso miedo. Da igual en qué parte del mundo estés leyendo estas líneas.

Como si de un efecto mariposa se tratase, por mor de la globalización, la guerra a las puertas de Europa iba a dejar huella en todo el mundo. También en las principales economías. Y también en un sector como el nuestro, el del material eléctrico.

Efectos de la guerra en el sector del material eléctrico

La electrificación de la sociedad y el auge de las energías renovables, mención especial para la fotovoltaica, contribuyeron a que el sector esquivase la recesión. Es más, finalizó 2022 con un crecimiento del 10,05 %, según cifras de AFME. Sin embargo, la principal consecuencia de la guerra, en la mayoría de casos, fue una reducción de los márgenes debido a la inflación.

Un incremento de los precios que, aunque en este inicio de 2023 ha remitido, todavía preocupa. Esta subida de los costes alcanzó su momento álgido hace casi un año, a finales de la primera semana de marzo. Entonces alcanzaron su techo la mayoría de las materias primas consideradas esenciales para el sector del material eléctrico.

El 7 de marzo de 2022, el aluminio cotizó a 3.983 dólares/tonelada, un 63,64 % más caro que apenas 15 días antes, cuando todavía no había comenzado la guerra en Ucrania. Ese día, el cobre alcanzó los 10.729 dólares/tonelada; se había encarecido un 7,25 % en 12 días de conflicto. Destaca la subida del níquel, que se situó en los 42.990 dólares/tonelada, un 72,37 % más.

Durante ese mes, también marcaron su máximo histórico el precio de la electricidad (544,98 €/MWh), el del gas (221,44 €/MWh), el acero (1.647 dólares/tonelada) y el petróleo, pues el barril de Brent escaló hasta los 129,48 dólares.

Foto publicada por Ukrenergo, operador del sistema de suministro de electricidad de Ucrania.

Este incremento repentino y significativo de los costes se trasladó parcialmente a la cadena de valor mediante repetidas actualizaciones de tarifa. Para muestra, un botón: solo en el primer trimestre de 2022, Telematel actualizó los precios de casi dos millones de referencias. Pero, en la mayoría de los casos, no fue suficiente para mantener los márgenes previos al conflicto.

Por otra parte, el tráfico marítimo también vivió momentos convulsos, sobre todo durante las primeras semanas de la invasión, como consecuencia de las sanciones internacionales y el bloqueo de grandes cargueros con destino o salida de Rusia. Esto, unido al posterior cierre de Shanghái, provocó un aumento de los costes de los fletes y escasez de ciertos componentes, como microchips o semiconductores.

Empresas que han vivido en conflicto in situ

Al inicio de la guerra, varias empresas del sector eléctrico tenían negocio en Rusia y Ucrania. Una de ellas es la gallega Televés, que el 14 de marzo de 2022 anunció el “cese temporal” de su actividad en Rusia, donde contaba con una filial desde 2014. Por su parte, Siemens abandonó el país soviético un mes más tarde, tras anunciar que sus beneficios se habían reducido en 600 millones de euros por las sanciones internacionales.

Otra empresa que ha vivido el conflicto de cerca es Acciona. La compañía cuenta con seis plantas fotovoltaicas en Ucrania que estuvieron detenidas al principio del conflicto. Aunque ya vuelven a estar operativas, el diario Cinco Días cifra en 35 millones de euros las pérdidas que ha ocasionado la guerra a la compañía española.

Un hilo de esperanza

Ante la terrible crisis humanitaria y social que ha desatado la invasión rusa, el sector del material eléctrico también ha aportado su granito de arena. En este sentido, a finales de marzo, ITW, grupo en el que se integran marcas como Spit y Paslode, donó un millón de dólares a tres organizaciones benéficas que brindaban ayuda inmediata y servicios básicos a la población ucraniana.

Sonepar y Ledvance, por su parte, donaron 3.000 euros a Cáritas España para ayudar a los refugiados ucranianos. Iberdola también se sumó a la ayuda internacional en mayo enviando grupos electrógenos a la zona. En octubre, el Ayuntamiento de Madrid y la Fundación Ecolum presentaron la campaña ‘Madrid y Ecolum reciclan por Ucrania’, mediante la cual la asociación se comprometió a donar un euro por cada kilo de residuos recogido. La cuantía resultante se destinó a tres organizaciones que trabajaban tanto in situ como en países limítrofes.

Por otra parte, la destrucción que el ejército ruso ha provocado sobre la infraestructura eléctrica ucraniana también ha supuesto un aumento significativo de la demanda de generadores eléctricos económicos de gasolina para los refugios. “La demanda es tan grande que es imposible abastecer a todo el mundo. Ya hemos mandado más de 17 o 18 camiones completos”, nos explicó el gerente de una empresa española el pasado mes de noviembre.

24 de febrero de 2023. Cuatro de la madrugada en Kiev, tres de la mañana en España. Han pasado 365 días desde que cayeron los primeros misiles en las regiones ucranianas de Donetsk y Lugansk. La guerra continúa. La invasión ya roza las 19.000 víctimas civiles y los ocho millones de desplazados.

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