Centros de datos y energía renovable: no me chilles que no te veo

Me asomo por primera vez a esta tribuna con la curiosidad infantil que permiten las canas de mi barba, que no de mi cabeza, ya que mi orgullosa pertenencia al grupo #DataCalvos no me lo permitiría. He leído mucho sobre el llamado síndrome de la pantalla vacía; no digo del folio vacío por no delatar en exceso el hecho de haber nacido en un mundo puramente analógico y, en cualquier caso, espero que ese síndrome, lo denominemos como queramos hacerlo, no me alcance en exceso.

Tremendamente agradecido por la oportunidad que este bendito medio (como diría José María García -googlear para los millenials-) me brinda para compartir mis reflexiones sobre este mundo tan apasionante que nos ha tocado vivir, compartir, sufrir y, hasta en ocasiones, disfrutar y querer.

Y, para perder la vergüenza, que mejor que empezar por un tema que os sorprenderá mucho si habéis leído mi biografía: el de los Data Centers o Centros de Datos, según se quiera honrar a Shakespeare o Cervantes.

Los centros de datos y la energía eléctrica

Estando en el medio en el que estamos, vamos a juntarlo con el mundo de la energía eléctrica, resultando en una combinación no solo pertinente, sino hasta de rabiosa actualidad. Combinación no buscada, pero si deseable, ya que pretendo que este primer artículo genere el interés suficiente para que leer los siguientes que publique se convierta en un entretenimiento agradable y con cierto fundamento.

A pocos se les escapa, a poco que se asomen a los titulares con los que nos bombardean al móvil los distintos medios de comunicación, que vivimos una especie de boom de los Data Center no solo en España, sino a nivel mundial. Hay quien incluso lo califica como burbuja, pero de ello hablaremos en sucesivas columnas muy pronto.

De momento, demos como hecho cierto el rápido crecimiento de estas infraestructuras digitales en el futuro inmediato, y admitamos también que son instalaciones que demandan una gran cantidad de energía eléctrica.

Demos también como hecho probado el desarrollo intenso de fuentes de generación de energía renovables en España (por alguna razón, lo de decir “este país” no me encaja mucho) en los últimos años, llegando incluso a plantearse un horizonte idílico con 100 % de fuentes de energía renovable, visión que los hechos recientes han enfriado considerablemente.

El crecimiento de la energía renovable se ha frenado por dos factores fundamentalmente. Por un lado, la necesidad de mantener un mix de generación eléctrica estable con la imposibilidad de reducir, y no digamos ya de prescindir, de fuentes de energía síncronas. Por otro, la cruda realidad de que el consumo global eléctrico en España se ha estancado o ha crecido de manera muy residual en los últimos años.

Un match perfecto, pero con obstáculos

Juntando ambas realidades, parece que nos encontramos ante un “match” perfecto, pero, como bien saben Romeo y Julieta, las cosas nunca son tan fáciles. Ambos mundos se gustan y se complementan, pero siempre están los suegros de por medio…

¿Y quienes son los suegros en esta potencialmente bonita historia de amor? Pues el suegro es un señor muy estirado y rígido que se llama técnico y que se empeña en que, si los Centros de Datos necesitan energía 24 horas al día y 7 días a la semana y la energía renovable solo es capaz de producirla a determinadas horas o en determinados momentos, el matrimonio está abocado a las infidelidades.

Y la suegra es una señora no especialmente simpática llamada Administración que controla la red eléctrica y que, de momento, es el gran cuello de botella para que se pueda transportar la energía desde el lugar en el que se genera hasta el lugar en el que un Centro de Datos la necesita. Y dicho lugar no lo eligen los Centros de Datos, sino los clientes que la usan.

El desenlace de esta historia, como muchas en la vida, no depende solo de la voluntad de las partes, sino de que toda la sociedad y los poderes públicos la bendigamos y decidamos. Por una vez en nuestra historia, no queremos perder el tren del progreso.

¡Que vivan los novios!