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¡Por qué no te marchas de tu trabajo!

¡Por qué no te marchas!

Por Tomás Simón

Este mes nos hemos saltado la reunión que solemos tener el empresario y yo, aunque a cambio he tenido una conversación muy amena con un íntimo amigo que está “muy quemado” en su puesto de trabajo y me ha pedido consejo.

Dentro de mi día a día, me encuentro con muchos profesionales que quieren cambiar de trabajo, pero a los que le da miedo el salto por diferentes razones: aversión al riesgo; cómo voy a cambiar después de 20 años en la misma empresa y sin indemnización; dudas sobre ellos mismos a la hora de desarrollar el trabajo nuevo; etc. Cuesta tomar la decisión de renunciar al trabajo actual; no es nada fácil.

Las fases en el trabajo

Mira, querido amigo, todo trabajo tiene sus hitos, como sucede en la propia vida, y llega un momento en que tienes que abandonar tu empresa porque, de lo contrario, serán tus jefes quienes decidan prescindir de ti.

Cuando comienzas un nuevo trabajo, hay ilusión, muchas ganas de enfrentarte al nuevo reto profesional y de querer demostrar que no te has equivocado ni se han equivocado al contratarte. Esta fase es perfecta y todo va rodado habitualmente. Esto sucede en los primeros 18 meses.

Después llega la verdadera realidad del puesto, donde notas que tu pasión y tu esfuerzo por aprender nuevas habilidades se estabilizan porque te estás adaptando. Poco a poco vas cogiendo confianza y te adecúas totalmente al cargo. Es aquí donde puedes pecar de confianza y correr el riesgo de acomodarte si no tienes nuevos retos.

Lo siguiente es preguntarte a ti mismo si realmente estás a gusto. Este es el momento del primer aviso para plantearse el cambio de trabajo (más o menos a los tres años). Como casi nadie renuncia en ese momento, pasarás a bajar poco a poco tu motivación y compromiso con la empresa, con lo que tu productividad disminuye (y, por si fuera poco, se da cuenta todo el mundo).

Finalmente, todo te va a parecer mal en la empresa y es cuestión de tiempo que te echen o te vayas.

¿Cómo saber si debo cambiar de empresa?

Por todo lo anterior, querido amigo, debes identificar en qué fase, cómo te encuentras y tomar urgentemente la decisión de tu futuro profesional. Y, cuidado, porque el desgaste puede ser tan grande que, cuando quieras darte cuenta, ya estarás desconectado de ti mismo. La salud mental no debería ser el precio de ningún salario ni un buen sueldo justifica un mal clima laboral.

Entonces, ¿cuáles son los síntomas que te avisan de que tienes que cambiar de empresa?

  • Cuando por las mañanas te cuesta volver a tu trabajo. Te duele el estómago.
  • Cuando el ambiente laboral es insufrible y estás lleno de presiones y miedos.
  • Cuando ya no te reconoces a ti mismo, estás cansado, sin fuerzas y, además, te lo dicen tus allegados.
  • Cuando tus ideas no son para nada valoradas.
  • Cuando te dan la espalda; cuando eres invisible.

Así que, cuando sintáis alguno de los síntomas anteriores, empezad a buscar nuevos derroteros con urgencia porque, al final, acabaréis con vuestra salud mental.

¡Que seáis buenos!

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David Vidal
David Vidal
25/06/2025 14:14

Entiendo el consejo, es bueno de hecho.

Aunque se supone que en las empresas deben de saber motivar a sus empleados/as.

Es más asumir que el rendimiento baja a los 3 años porque la motivación cae, supone confesar que no sabemos mantener la motivación como empresa.

Y aquí creo que deben hacer autocrítica y cambiar de mentalidad. Porque al final, lo que no invierten para mantener a sus empleados/as motivados/as, lo van a invertir en procesos de selección constantes.

Lo que deriva en múltiples problemas para atraer talento.

Para entonces se entra en un bucle de donde es muy difícil salir.

Paco Borrego
Paco Borrego
26/06/2025 14:56
Responder  David Vidal

Comparto tú visión, David. Si bien es cierto lo que nos comparte Tomás, observo en el mercado español un gran punto de mejora, por parte del empleador, en cuanto a los famosos “planes de carrera”. Las empresas invierten más dinero en captar nuevos talentos, lo que conlleva que los grandes perfiles se vean obligados a cambiar cada 2/3 años de empleo, generando rotación. A cambio, a los empleados leales se les “castiga” con más trabajo y poca mejora, lo que se traduce en frustración y cansancio.

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