Estudios e informes de prospectivas de diversos mercados europeos sitúan, a diez años vista, a la empresa instaladora como un referente con un protagonismo cada vez más fuerte en el ámbito de la energía. Hoy en día, sectores enteros que históricamente han dado la espalda a nuestro colectivo vuelven para recuperar su confianza al entender el potencial del mismo.
Hay diversos motivos que argumentan lo anteriormente expuesto. Uno de ellos es la certeza de que la cercanía de la empresa instaladora es difícil de igualar respecto a cualquier otro servicio relacionado con la energía o las nuevas tecnologías asociadas. Aunque muchas pymes instaladoras aún no conciban su servicio como algo relacionado con la consultoría, cada vez va adquiriendo más fuerza este concepto como respuesta a una demanda real.
Otro aspecto a tener en cuenta es que, en el sector público, cada vez hay más conciencia de fomentar la economía local y, aunque aún hay que trabajar mucho para conseguir que sea una realidad generalizada, empieza a haber un cambio de tendencia que favorece la contratación de pequeñas y medianas empresas.
También las nuevas tecnologías favorecen la irrupción de los instaladores a la hora de realizar consultoría energética. La aparición de contadores inteligentes y las posibilidades que éstos ofrecen (aunque en España no todas las que quisiéramos), están obligando a ofrecer una nueva forma de asesoramiento al cliente final.
Para Europa, y por mucho que se empeñe el Gobierno de España en paralizarlo y menospreciarlo, el compromiso a nivel mundial para reducir las emisiones de efecto invernadero entre un 80% y un 95% en el año 2050 es real y sólido. Supondrá para España la obligación de apostar fuertemente por las energías renovables (autoconsumo) y el vehículo eléctrico, transformando la manera tradicional de entender la distribución de la energía eléctrica.
Finalmente, en términos generales, la nueva construcción y rehabilitación no se contempla fuera del contexto de la sostenibilidad y la eficiencia en el consumo energético.
No obstante, toda esta transformación no está exenta de amenazas. Requiere del desarrollo de nuevas habilidades. Habilidades que exigen formación especializada y suponen cambios importantes en la manera tradicional de funcionamiento de una empresa instaladora. Cambios importantes en su manera de pensar y actuar.
Por otro lado, la globalización del conocimiento está provocando que los clientes conozcan cada vez mejor el funcionamiento de las nuevas tecnologías disponibles, lo que obliga a la empresa instaladora a especializarse cada vez más, aspecto que debería empujarnos a mejorar la colaboración empresarial. Si no estamos preparados, todos estos cambios podrían provocar un “gap” en cuanto a oferta en dichos servicios, que sería aprovechado por las grandes empresas, dominantes de un mercado cada vez más heterogéneo.
No podemos bajar la guardia. Delante de nosotros, en un horizonte de pocos años, tenemos un futuro prometedor y apasionante como empresas instaladoras. Un protagonismo que nunca antes hubiéramos imaginado. Eso sí, nunca ha sido fácil… Esta oportunidad no lo iba a ser menos.