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Los altos precios de la energía han marcado la evolución del sector material eléctrico

El apocalipsis no termina de llegar

Numerosos expertos y augures de toda laya vaticinaron hace varios meses que la economía española ralentizaría su evolución a finales de año y entraría en una clara recesión en 2023, y que casi rozaríamos el apocalipsis. Tensiones inflacionistas, la guerra de Ucrania como conflicto enquistado de difícil resolución y los precios de la energía se erigían como obstáculos citados en cualquier conversación y, a veces, repetidos hasta la saciedad.

Pero hete aquí que llegamos al comienzo del ejercicio 2023 y los indicios de catástrofe no aparecen. Eso sí, conviene ser prudentes. El Banco de España ha cifrado en el 4,6 % el crecimiento del PIB en 2022, mejorando las previsiones iniciales de organismos como la OCDE; la estimación para el año próximo es del +1,3 % (por el previsible empeoramiento del contexto exterior) y del +2,7 % en 2024. Aunque este último ejercicio queda algo lejos y las incertidumbres pueden hacer variar estos cálculos. Es sabido que los economistas son expertos en explicarte los movimientos económicos una vez ocurridos; la previsión a veces yerra y no llega el apocalipsis.

No obstante, aún dentro de la cautela, los altos precios energéticos y el auge de la movilidad eléctrica han llevado a que determinadas parcelas de negocio se beneficien. Autoconsumo en residencial e industria, soluciones de aerotermia y estaciones de recarga de vehículos eléctricos son ámbitos que actúan desde hace tiempo como palancas de desarrollo del mercado.

Altos precios de la energía como factor crucial
Los altos precios de la energía se mantienen como un factor decisivo en la evolución de la economía.

Buena salud del sector de material eléctrico

En este escenario, la patronal de fabricantes AFME confirmaba en fechas recientes que el volumen de ventas del sector se incrementó en un 10,05 % en 2022, una ratio muy positiva, habida cuenta de que todas las previsiones que se manejaban apuntaban a un crecimiento menor y con más dificultades.

Esta buena salud se corrobora por la tendencia registrada por el canal de la distribución profesional, que también arroja subidas en sus cifras de negocio de dos dígitos de media. Los fabricantes y los distribuidores están viendo cómo el creciente proceso de electrificación de la economía y la sociedad se está traduciendo en un claro fomento de la movilidad eléctrica, el impulso a las energías renovables y las soluciones de eficiencia energética, entre otros ámbitos. “Todo ello juega a nuestro favor”, han declarado desde AFME.

Con todas estas variables, esta asociación estima de manera prudente que el sector del material eléctrico podría cerrar el año con una subida del negocio de entre el 5 % y el 7 %. No es para tirar cohetes pero evidencia la solidez de este mercado y su posicionamiento como sector estratégico. Ya quisieran otros segmentos de actividad registrar estos números.

El impacto de los fondos europeos

Para alcanzar esta evolución del negocio, la asociación de fabricantes, como otros agentes del sector, señala como factor esencial que se acelere el ritmo de implantación de los programas de ayudas vinculados a los fondos europeos Next Generation. Pero en este asunto las noticias no son buenas; España no se está aplicando con la eficacia debida. De hecho, el Ministerio de Hacienda reconocía en el informe de la Inspección General de la Administración del Estado que, hasta el 30 de septiembre del pasado año, apenas había realizado pagos correspondientes a los fondos NextGen del total de lo presupuestado para el conjunto de 2022.

Un hecho que no se entiende; aunque quizás la proverbial complejidad de la burocracia de nuestra Administración Pública sea uno de los motivos. Más de una veintena de entidades del sector eléctrico, energético y organizaciones de otros ámbitos (con AFME de entidad coordinadora) emitieron un manifiesto en diciembre donde criticaban la lentitud y falta de fluidez en el acceso a los fondos Next Generation. Por ello, hay que poner en marcha de manera urgente medidas que mejoren su ejecución para que el dinero llegue al conjunto del tejido empresarial.

España está ejecutando de manera lenta los programas de ayudas de los fondos europeos NextGen.

Además, la Comisión Nacional de Competencia (CNMC) ha certificado esta pésima ejecución. España ocupó el vigésimo puesto de la Unión Europea en gasto de ayudas sobre el PIB ya en 2020. Y lo que es más grave, el peso de las ayudas dedicadas a eficiencia energética y medio ambiente fue escaso, un 7 %, frente al 55 % de media del resto de la UE. Es perentorio cambiar esta situación.

Hacer los deberes

Este es el contexto. Pero no hay que desanimarse. Hay que preocuparse de lo que sí podemos controlar. Para las empresas del sector –fabricantes, distribuidores e instaladores– hacer los deberes es inexcusable. Uno de los aspectos donde es preciso esmerarse es en aplicar inteligencia en el análisis de los datos; parte de la cadena de valor debe mejorar mucho todavía en la gestión y aprovechamiento de toda la información que se genera en sus procesos internos, desde las solicitudes de información de clientes o el tráfico de su web hasta en los procesos logísticos.

Precisamente, la gestión de los stocks constituye un elemento crucial; es una partida en la que el canal de la distribución ha invertido muchos recursos en los últimos meses para paliar posibles problemas de suministro, y puede con ello convertirse en una ventaja competitiva; o bien puede suponer un lastre si no se maneja con acierto.

Y si finalmente se produce, que el apocalipsis nos pille preparados y trabajando. Y abríguense que el frío aprieta en este final de mes.

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