Un suceso reciente ha puesto sobre la mesa de nuevo el debate sobre la prevención de riesgos, la seguridad y la subcontratación en el sector eléctrico. A principios del mes de abril dos instaladores resultaban heridos de gravedad mientras realizaban labores de mantenimiento eléctrico en un supermercado situado en un barrio de Fuenlabrada (Madrid); al parecer, el accidente se produjo tras la explosión de un cuadro eléctrico.
Los profesionales que se dedican a estas labores son conscientes de los riesgos que conlleva su trabajo, aunque la electricidad no genere tantos temores como el gas. No hay que olvidar que el origen eléctrico es la tercera causa de siniestralidad en España.
Sin embargo, el área de Material Eléctrico de C de Comunicación realizó una encuesta con alta participación entre sus lectores, donde se preguntaba si los profesionales estaban suficientemente concienciados sobre los peligros que implica el trabajo en instalaciones eléctricas. Sorprendentemente, el 46,27 % de las personas que respondieron afirmó que no. Además, tan solo el 7 % de los participantes en esa encuesta consideró que los trabajadores sí están lo suficientemente concienciados sobre los riesgos de trabajar con electricidad; algo que llama poderosamente la atención.
Seguridad y formación
En este contexto, representantes de entidades sectoriales, instaladores y directivos de la distribución ponen el acento en un aspecto fundamental: la necesidad de la formación continua; de tal modo, que desde asociaciones y empresas trabajan en formación actualizando la materia en temas regulatorios y nuevas técnicas, describiendo tecnologías seguras y apostando por una prevención de riesgos exhaustiva.
No obstante, existe todavía una falta de atención ante el riesgo eléctrico, como viene señalando desde hace años ASEPAL (Asociación de Empresas de Equipos de Protección Individual). En este sentido, Luis Gil, secretario general de esta institución, expone que, a este respecto, “no hemos detectado ninguna iniciativa específica de la patronal y los sindicatos”. Para esta organización, es una cuestión de mejora continua en la que hay que seguir insistiendo, pero “hay mucho trabajo por hacer”, subraya Luis Gil.
En este coyuntura, el debate sobre estas cuestiones se intensificó a raíz de los comentarios de algunos lectores a la noticia del suceso citado al principio del post. Sus opiniones ponían en el centro del tablero otra cuestión: la mayor o menor incidencia de la subcontratación sobre la calidad y la seguridad de las instalaciones. Precisamente, en otra encuesta realizada, un porcentaje abrumador de lectores, el 84,6 %, dijo que la subcontratación era un factor que sí afectaba.
¿Subcontratación y picaresca?
Todo el mundo, en mayor o menor medida, ha conocido ejemplos de esta práctica legítima de la subcontratación, desde proyectos de grandes infraestructuras hasta la construcción de edificios de todo tipo, e incluso en reformas de gran calado en comunidades de propietarios. Aunque no sea la norma general, muchos opinan que el número de veces que se subcontrata un trabajo puede acabar teniendo como consecuencia operarios poco motivados, en algunos casos poco preparados, donde las condiciones y remuneración son precarias.
Para otros, este es un terreno abonado a la picaresca, donde las referencias dejan de ser claras y el amiguismo y el coste final del proyecto son el factor predominante. En esta situación, muchas veces las Administraciones Públicas miran hacia otro lado, hasta que ocurre una desgracia.
Productos de calidad y personal formado
En mi opinión, este es un ámbito donde la distribución profesional debe seguir ejerciendo su liderazgo, tanto en la aportación de valor como en la apuesta por la calidad y seguridad de las instalaciones. La apuesta por el empleo de equipos de calidad en detrimento de “lo más barato”; la contratación de personal cualificado, y con las acreditaciones correspondientes; y la creación de entornos seguros, conforme a la normativa, entre otros factores; todo ello puede ser un valor añadido incuestionable, frente a prácticas irregulares, que, afortunadamente, no son lo habitual en el mercado español.
También las asociaciones de instaladores y de otros colectivos profesionales tienen un papel fundamental en esta concienciación sobre la seguridad y la prevención, y en la formación de sus afiliados.
Pero hay que seguir insistiendo para que la subcontratación no sea solo otra forma de reducir costes, sino que aporte también otros valores como flexibilidad, eficiencia y un mejor servicio. Es saludable que se debata sobre ello para así seguir mejorando.
Espero sus opiniones y comentarios sobre esta cuestión. Y, por favor, cuídense mucho: el coronavirus sigue ahí fuera.