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Acercar el mensaje de la eficiencia al ciudadano

Las encuestas son un método muy utilizado por empresas de investigación de mercados, multinacionales de productos de consumo o instituciones públicas (como el CSIC) que tratan de indagar y determinar el comportamiento de las personas en tanto ciudadanos, consumidores y sujetos electorales. Como es bien sabido, no es una ciencia exacta –sus números se suelen “cocinar”, nos dicen los expertos–, y ahora que se aproximan elecciones de todo signo se suceden numerosos sondeos que tratan de vaticinar o predecir su resultado. No hace falta citar las veces que han fallado o se han alejado de la realidad.

A pesar de ello, en este post ponemos la atención en una reciente encuesta que ha llevado a cabo la Confederación Nacional de Instaladores (CNI) y que ha mostrado unos resultados curiosos, que trastocan cualquier idea preconcebida que uno pueda tener sobre lo ineludible y necesario de invertir en eficiencia energética. Entre otras conclusiones, el sondeo revela que ¡¡el 70% de los ciudadanos preguntados!! desconoce o confunde el significado del término “eficiencia energética”; es más, se asocia este concepto sólo con el precio de la energía antes que con otros aspectos cuando se habla de ello.

Por si esto fuera poco, un sorprendente 40% respondió negativamente a la pregunta sobre si tendría interés en conocer más a fondo de qué se trata la eficiencia energética. En tiempos como los actuales, donde hasta el más común de los mortales se ha acostumbrado a apretarse el cinturón y analizar con detalle el coste de cualquier compra, choca esta aparente desidia en un ámbito que afecta el bolsillo en todos los hogares y empresas todos los meses.

En este sentido, el trabajo de CNI revela que un 96% del total de encuestados (2.400 propietarios o usuarios de inmuebles) estaría dispuesto a realizar obras de mejora o rehabilitación en su vivienda o edificio si ello representa mayor confort, ahorro y revalorización, los tres motivos básicos. Pero, al profundizar, sólo el 18% podría acometer obras sin financiación externa; de lo que se deduce que las finanzas personales sí que cuentan, y mucho, en cualquier obra de renovación o reforma. Es la clave.

Al no disponer de recursos económicos, todos estos proyectos se quedan arrumbados, o pasan a un segundo o tercer plano a la espera de mejores épocas, cuando si se acometieran con seriedad permitirían un ahorro de costes apreciable. A esto se añade que la crisis y sus efectos han traído el intrusismo y los trabajos de baja calidad a cualquier precio; de este modo, como reverso de ello, el 96% de encuestados contaba que había tenido malas experiencias al contratar algún trabajo, y de ellos el 70% responsabiliza de ello a la falta de profesionalidad de los servicios contratados. Optamos por lo más barato, olvidando el argumento de la calidad y los profesionales acreditados, y así muchas veces nos equivocamos puesto que no nos solventan el problema, y a veces nos generarán otros nuevos con gastos adicionales.

¿Cómo resolver esta ecuación e impulsar la rehabilitación y la eficiencia energética? Según Javier Cueto, presidente de CNI, “lo importante es definir claramente el mensaje a transmitir” y hacerlo de forma masiva. La aprobación de paquetes legislativos y ayudas financieras por parte de la Administración es un factor positivo, pero es preciso acercar este mensaje de eficiencia y ahorro a los ciudadanos con sencillez y claridad, para que demanden por sí mismos estas soluciones. ¿Estamos por la labor?

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