Si has llegado hasta aquí, es porque la cifra que aparece en el título te llama la atención o, al menos, te genera curiosidad.
Y, sin duda, debe hacerlo. Es más, creo que, además de llamarte la atención, también debe preocuparte.
Porque casi un millón y medio de profesionales faltan, de media, cada día a su puesto de trabajo en España. Este demoledor dato aparece incluido en el informe de Absentismo Laboral de Randstad Research correspondiente al 4º trimestre de 2024, que analiza de manera pormenorizada la evolución de esta lacra para la competitividad y la rentabilidad de las empresas en nuestro país, tanto por sectores como por zonas geográficas.
Porcentualmente hablando, la tasa de absentismo laboral en España es del 6,7 %, dato más alto de la serie histórica -desde 2008-, solo por detrás de los datos alcanzados en el segundo trimestre de 2020 (Covid) y en el primer trimestre de 2022 -donde se superó por primera vez la barrera del 7 %. Lo preocupante de todo esto es que, hasta antes del efecto pandémico, la tasa de absentismo se mantenía por debajo del 5 %.
En lo que al sector de la industria se refiere, el dato es aún más sangrante y escala hasta el 7,2 %, lo que significa que más de 210.000 personas que trabajan en empresas del sector industrial faltan a su puesto de trabajo cada día. Por contextualizar y entender mejor cuánto es un 7,2 % de absentismo, indicar que la menor tasa es del 2,7 % y se da en el sector de “actividades del empleo”, mientras que la tasa más alta alcanza el 11,9 % y corresponde al sector de “actividades de juegos de azar y apuestas”.
Quiero destacar que, en el segmento de fabricación de material y equipo eléctrico, según el mencionado informe, la tasa de absentismo ha disminuido durante el último año, pasando del 6,4 % al 6,1 % a cierre de 2024.
Por aportar una visión comparativa lo más amplia posible, la tasa media de absentismo laboral en la Unión Europea es del 2,5 %, lo que significa que España está 4,2 puntos por encima de la media.

¿A qué se debe un índice de absentismo tan elevado?
En el contexto actual, donde el debate sobre el bienestar del trabajador tiene cada vez mayor protagonismo con la búsqueda por parte de las empresas de más y mejores medidas de conciliación, acciones de flexibilización laboral, teletrabajo o incluso el denominado “salario emocional”, parece contradictorio que el índice de absentismo siga escalando año tras año.
Las causas directas por razones personales o médicas justificadas, como las enfermedades comunes, los accidentes laborales o las citas médicas, son la principal razón por la que se falta al puesto de trabajo. Sin embargo, se aprecia un considerable (y preocupante) aumento -especialmente desde 2020- de las causas relacionadas con la salud mental, como el estrés, la ansiedad, la depresión o el efecto “burnout”, que, además, dependiendo del entorno socio-económico en el que se produzcan, pueden derivar en otras problemáticas que vienen a sumarse a esa situación de estrés, ansiedad o depresión. Esto no es exclusivo de España, ya que, en prácticamente todos los países de la Unión Europea, las bajas relacionadas a la salud mental vienen experimentando incrementos continuos desde los últimos cinco años.
Además, y ligadas directamente con el entorno laboral o al puesto de trabajo, se aprecian otras razones que contribuyen al absentismo: un mal clima laboral; la falta de motivación o de reconocimiento; un mal jefe; compañeros tóxicos; o la situación de inseguridad laboral que viven miles de personas en sus puestos de trabajo, derivados de contratos precarios o, paradójicamente, del propio temor a ser despedido.
Un enorme coste y pérdida de competitividad para las empresas y el Estado
La falta de asistencia al puesto de trabajo supone, aparte de una enorme factura para las empresas, una serie de problemas adicionales, como la búsqueda y gestión de personal de reemplazo, la pérdida de capacidad de producción o, incluso, la merma en la imagen y la reputación de la compañía. Todo esto redunda, a su vez, en la pérdida de competitividad empresarial.
La factura del absentismo laboral para las empresas ascendió en 2023 a 37.000 millones de euros, tal y como recoge un informe de Foment del Treball. Esta cifra milmillonaria equivale al 3,1 % del PIB español. Pero no son únicamente las empresas las que asumen este enorme coste. También lo hace el erario público, es decir, los contribuyentes.
En 2023, el coste para la Seguridad Social debido a bajas laborales por enfermedades -no se incluyen aquellas derivadas de accidentes de trabajo- ascendió a casi 26.000 millones y, según la Asociación de Mutuas de Accidentes de Trabajo, ese importe podría elevarse hasta los 29.000 millones si no se adoptan medidas en pro de reducir el absentismo.
Medidas para reducir el absentismo laboral
Desde luego no hay una varita mágica y, sin duda, tampoco será cuestión de una única solución ni de que una parte trate de avanzar. En esta materia, es absolutamente necesario trabajar de manera coordinada y consensuada, donde todos los actores puedan buscar soluciones que redunden en beneficio de todos. Gobierno y Administración Pública, patronal y sindicatos tienen la obligación de desarrollar y activar mecanismos y protocolos para minorar el imparable aumento del absentismo laboral.
Para concluir, comparto 10 planteamientos que he extraído de diversos foros e informes donde se viene tratando la problemática del absentismo laboral, que tienen como fin abordar y reducir este problema para la sociedad y para la economía:
- Desarrollar y fomentar programas de salud laboral preventiva y priorizar programas de salud mental, poniendo el foco también en “desestigmatizar” los problemas relacionados con la ansiedad o la depresión. Esto incluye acciones concretas contra el burnout y la ansiedad, especialmente en sectores como sanidad, educación e industria.
- Flexibilizar horarios y fomentar la conciliación familiar, con jornadas laborales flexibles o híbridas (teletrabajo parcial, entrada/salida escalonada), así como permisos retribuidos adaptados y horarios reducidos.
- Banco de horas o sistema de recuperación de tiempo perdido.
- Mejoras en el clima y la cultura organizacional mediante la formación en liderazgo en gestión de equipos, comunicación y prevención de conflictos. Igualmente, elaborar acciones encaminadas al reconocimiento del esfuerzo y los logros, fomentando, de esta manera, un mayor compromiso y sentimiento de pertenencia.
- Optimizar la gestión de bajas médicas y aumentar el control de las bajas injustificadas, evitando prácticas invasivas o poco éticas. En este sentido, está abierto el debate sobre la posible reincorporación gradual para trabajadores con bajas prolongadas, método que, atendiendo a cada caso concreto, podría ser una buena fórmula, sobre todo en cuestiones relacionadas con salud mental.
- Analizar y monitorizar el absentismo con la incorporación de indicadores clave y la realización de análisis que identifiquen patrones determinados.
- Adaptación de los puestos de trabajo a la edad y condiciones del trabajador, con planes concretos de “envejecimiento activo”, permitiendo asignar tareas personalizadas en función de la edad del trabajador.
- Incentivos fiscales o bonificaciones para aquellas empresas que reduzcan su tasa de absentismo a través de programas y medidas como las comentadas en los puntos anteriores.
- Aumentar la inversión pública en salud laboral y atención primaria. Actualmente, la saturación existente en la sanidad pública es una de las razones por las que se alarga el tiempo medio de la baja
- Transformar el presentismo en productividad real. A mi juicio, ésta es una de las medidas más fáciles y más importantes que contribuirían a reducir el absentismo.
Esto es un problema de todos y, por tanto, una labor de todos.
¡Pongámonos manos a la obra!