“Mi despertador suena a las 07:00 horas. Miro al techo durante unos segundos. Hago un esfuerzo, me levanto y me preparo. Me siento estresado y desmotivado. No quiero ir al trabajo, pero tengo que hacerlo porque soy adulto y tengo responsabilidades”. Este podría ser el sentir de muchos de los profesionales que afrontan cada día una nueva jornada laboral.
La salud mental es vital para lograr la plenitud en el trabajo. No se puede concebir la una sin la otra, más aún en un contexto de cambio y transformación socioeconómica que requiere de la adaptación e impulso de nuevos modelos organizativos más flexibles, integradores, colaborativos, con diversidad de talento y participativos.
Así lo recoge la Confederación Salud Mental España en su guía La importancia de la salud mental para el bienestar laboral, donde se defiende que la promoción de un entorno psicosocial favorable en las empresas y organizaciones fomenta tanto el buen rendimiento y el desarrollo personal como el bienestar mental y físico de las personas trabajadoras. “Contribuyendo al bienestar social de la compañía, fomentamos una cultura organizacional que promueve el sentido de pertenencia, la motivación y la calidez humana”, exponen.
Trastornos psicológicos: estrés, angustia, molestias físicas…
Los problemas y conflictos en el trabajo pueden originar distintos trastornos psicológicos, como ansiedad, estrés, pesadillas, insomnio, dolores, molestias físicas, angustia, pérdida de autoestima, agresividad o bloqueos emocionales. Es una realidad que afecta por igual a cualquier persona, bien sea por el síndrome burnout (“trabajador quemado”), una mala relación con los compañeros, el acoso laboral, la adaptación a los cambios, etc.
De esta manera, y teniendo en cuenta que el trabajo ocupa una gran parte de nuestra vida y nuestro tiempo, el bien más preciado, la salud mental no es negociable. Sobre este punto, desde la Confederación Salud Mental España aseguran que invertir en la promoción del bienestar laboral aporta múltiples beneficios, como pueden ser:
- Incremento de la productividad y el rendimiento de las personas.
- Mejora del clima laboral.
- Aumento de la participación de los trabajadores, el compromiso y la innovación.
- Reducción de los niveles de absentismo y de rotación de personal.
- Eliminación de los costes ocultos ligados a los problemas de salud y al bajo rendimiento.
- Refuerzo de la imagen y la reputación empresarial.
- Fomento de una cultura organizacional que promueve un sentido de pertenencia.
Hay que apostar por empresas inclusivas, por aquellos modelos que son capaces e inteligentes a la hora de ajustarse al contexto social en el que vivimos. Para una compañía, contar con la identificación de respeto y estar abierta a dar oportunidades laborales con equidad, le permite ser socialmente responsable y se traduce en un valor agregado en el mercado.
Para cerrar este blog, me gustaría recuperar las siguientes palabras de la entrevista realizada a Karina Nielsen, profesora y psicóloga organizacional de la Universidad de Sheffield, en Sana Mente (CNN Chile):
“El trabajo es muy importante para la salud mental de las personas. Te da una identidad, te da algo que hacer, un significado. Por ello, es esencial crear espacios de trabajo saludables donde la gente prospere y disfrute de lo que hace (…) Por naturaleza, somos seres sociales que realmente disfrutan de estar alrededor de las personas”.
Y tú, ¿qué opinas? ¡Nos leemos!