En mi anterior artículo, 2024. Un año clave en la transición energética, puente de un nuevo modelo económico, abordaba la transición energética como un proceso que afecta a todos los niveles y sectores, por razones normativas, económicas y sobre todo medioambientales y que supone una trasformación del modelo económico actual por otro más abierto al desarrollo y al futuro progresando desde la descarbonización. Modelo que requerirá savia nueva en lo profesional, con mucho talento digital. Partiendo de todo ello, la descarbonización solo será posible con la participación activa de la sociedad civil, en una palabra, de los ciudadanos.
Mientras la innovación tecnológica cada vez va a mayor velocidad, a la sociedad le lleva más tiempo aceptarla
Recuerdo la conocida frase de mis años de estudiante de física y química en bachillerato ‘La energía ni se crea ni se destruye solo se transforma’. Partiendo de este principio científico, situémoslo en el contexto de la transición energética que exige resolver la integración de nuevas fuentes energéticas y transformar centenares de usos finales, con toda la complejidad que ello supone.
La humanidad históricamente siempre ha estado en permanente transición energética cambiando de un tipo de energía a otra, aunque a una evolución temporal distinta según la época histórica y las diferencias en el desarrollo de cada área geográfica, hasta el punto que, en algunas partes del mundo todavía no han hecho el tránsito de la biomasa a los combustibles fósiles. En la actualidad, la velocidad de la innovación tecnológica es tan rápida que va muy por delante del tiempo de aceptación, incluso en las sociedades más avanzadas.
En su momento la invención de la máquina de vapor y sus aplicaciones constituyó la primera gran revolución industrial, teniendo como consecuencia el desarrollo de una nueva era y un profundo cambio social.
Desde entonces, en función del distinto análisis que podemos hacer de cada etapa tecnología, ahora nos podemos encontrar entre la cuarta y quinta revolución industrial, que bien podemos nombrar como la revolución de las energías limpias y del Big Data, una revolución que nos llevará a la era del ‘NET ZERO’. Una nueva era con cambios disruptivos que implican una transformación en la producción y distribución de energía, nuevos procesos industriales, del transporte y sobre todo una transformación radical de los patrones de consumo y estilo de vida que comportará la aparición de nuevos servicios y modelos de negocio, principalmente relacionados con la economía sostenible.

Urge acelerar la sustitución de los combustibles fósiles a las energías limpias
Precisamente las sociedades más avanzadas son las responsables de que en tan solo 100 años hayamos producido tal cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y como consecuencia, la Tierra se encuentre en emergencia climática y sobrepasando todos los límites planetarios en cuanto a recursos naturales esenciales para cubrir las necesidades de la población mundial. El desarrollo de nuestra sociedad en estos 100 años no solo ha consumido principalmente combustibles fósiles si no que lo ha hecho con un crecimiento exponencial del consumo y de las emisiones asociadas al mismo.
Todo ello nos conduce a un punto de inflexión donde las empresas serán sostenibles o desaparecerán ante la tesitura de que a la humanidad ahora le toca descarbonizar con propósito.
Llevamos años con proclamas sobre la sostenibilidad que en la mayoría de veces se queda en simples buenas intenciones. Lo que hace años eran buenos principios ahora ya no es suficiente. Hay que establecer una agenda global, que abarque desde las esferas gubernamentales y empresariales a la sociedad en general. Los criterios sostenibles a aplicar no se pueden considerar como un gasto si no como una inversión con un alto valor añadido. En el caso de las estrategias empresariales la gestión aplicada a la sostenibilidad no se debe aplicar para evitar presión fiscal sobre sus emisiones, si no como una organización que aporta valor al planeta y sus habitantes.
Tanto en el ámbito público como privado crece la importancia de las iniciativas ESG (Environmental Social Governance) con regulaciones cada vez más estrictas y exigentes e innovación incremental aplicada a productos y servicios diseñados con criterios de responsabilidad social. En este contexto uno de los sectores cuya transformación es más relevante por su impacto y transcendencia es el de las energías renovables y la eficiencia energética, inmersos en un proceso de transformación sin precedentes. Otro tanto ocurre con la industria intensiva en materias primas y el desarrollo de la economía circular.

Una nueva conciencia social basada en la Huella de Carbono
Reducir o eliminar los GEI generados a partir de productos, servicios y procesos de una organización o de los hábitos de consumo de las personas, es una de las soluciones que las administraciones, empresas e individuos pueden adoptar para frenar las consecuencias del cambio climático.
Por lo tanto en el momento que de una forma u otra todos estamos comprometidos , debemos distinguir tres tipos de Huella de Carbono: la corporativa, la de producto y la personal.
- La Huella de Carbono corporativa, es la suma de las emisiones de GEI asociadas a la actividad de una corporación.
- La Huella de carbono de producto, incluye las emisiones de GEI incluidas en todo el proceso productivo desde la extracción de materias primas, el consumo energético, la logística en todas sus etapas y el ciclo de vida del producto en el uso por el consumidor hasta su tratamiento como residuo.
- La Huella de Carbono personal, se basa en los hábitos de consumo de cada individuo teniendo en cuenta desde la movilidad, el consumo energético en el hogar o puesto de trabajo, el consumo de bienes en general y los hábitos alimenticios
Esta clasificación nos sitúa como individuos libres de elección como contribuyentes al objetivo NET ZERO, de manera que podemos decidir a qué programas políticos votar y en qué empresas confiamos, exigiendo transparencia e información sobre la repercusión que tendrán en nosotros como ciudadanos y consumidores respectivamente. En consecuencia, calcular nuestra Huella de carbono personal será un hábito tan frecuente como calcular las calorías de nuestra dieta o el consumo energético de nuestro hogar.
Como decía Lord Byron: “Todo aquello que no se puede medir no se puede mejorar“.
“Como me despido siempre. A todos los que todo esto os interesa os espero en mis próximos artículos con los que propongo prestar atención al futuro sin perder de vista el presente”.
Juanjo Catalán, Coolhunter energético