La “Economía Verde” es un vector de recuperación económica: la Comisión Europea ha presentado recientemente un ambicioso plan de recuperación como respuesta a la crisis derivada de la COVID-19: el “Next Generation EU”, dotado por 750.000 millones de euros, de los que finalmente 390.000 millones de euros lo serán en forma de subvenciones y 360.000 millones en créditos. España será el segundo país más beneficiado, con una asignación total de en torno a 140.000 millones de euros. De los cuales, una parte importante se destinará a las transiciones energéticas y digital.
Entre los distintos proyectos europeos, destaca entre sus prioridades la reducción del consumo energético en los edificios, destinando fondos a desarrollar soluciones hipo-carbónicas universales y asequibles que puedan reducir el consumo de energía en todos los edificios nuevos y renovados en más de un 40 %. También se están reservando recursos financieros para numerosos proyectos que ayudarán a las industrias de gran consumo energético a disminuir sus emisiones de gases de efecto invernadero.
Otro vector son las energías renovables ya que van a ser un pilar fundamental de la transición ecológica. De hecho, suponen más de un tercio (37 %) de la energía eléctrica generada en España en 2019 y se prevé que estas cifras se incrementen hasta llegar al 70 % del sistema eléctrico en 2030. Por ello, el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) prevé la instalación de entre 3 y 4 GW de renovables al año.
España, un país privilegiado para la producción de energía renovable
España dispone de una situación geográfica envidiable para el desarrollo de las energías renovables: alta radiación solar (más de 3.000 h/año), mucho viento y amplios territorios con baja densidad de población donde construir parques solares y eólicos. Pero falta un reto por cubrir. El papel masivo que tiene que hacer los consumidores en sus pautas de consumo participando activamente en la transición energética como “Prosumers”, o prosumidores en castellano; un concepto que ya he comentado en anteriores artículos.
A partir de la aprobación del RD 244/19, hay una importante eliminación de barreras que ofrecen un gran impulso al desarrollo del autoconsumo solar fotovoltaico y lo pone en cabeza del primer paso a una transición energética participativa. Por otro lado, el desarrollo tecnológico ha sido clave para lograr que las instalaciones solares, tanto domésticas como industriales, sean competitivas.
El coste de los módulos fotovoltaicos se ha reducido en un 80 % en la última década, permitiendo reducir el periodo de recuperación de la inversión en la mayoría de los casos entre 6 y 9 años. Si a esto le sumamos la posibilidad de compensar en la factura eléctrica los excedentes generados y vertidos a la red, este periodo de recuperación de la inversión, “Pay back”, podría verse reducido a 1 o 2 años menos.
El autoconsumo solar alcanzó en 2019, los 459 MW instalados, duplicando así la potencia instalada en 2018. Aunque, hasta el momento, los principales usuarios del autoconsumo solar son el segmento industrial, comercial y el sector público, representando el 90 % del crecimiento. Las perspectivas apuntan a que estamos cerca de que se produzca un “boom” del autoconsumo solar residencial, aunque todavía existen algunas barreras para los pequeños consumidores domésticos.
Las nuevas comunidades energéticas en la transición energética
Una de las principales ventajas que aportan el RD 244/19 es la modalidad del autoconsumo colectivo y el concepto de instalación próxima, lo que permite compartir la producción de una misma instalación entre varios consumidores, aunque se encuentre en distintos edificios, pero esta gran solución todavía tiene ciertas barreras importantes.
La regulación actual aplica coeficientes estáticos para el reparto de la energía, lo penaliza la rentabilidad de la inversión, al no favorecer el consumo in situ y provocar el vertido de excedentes a la red. No obstante, se prevén cambios sustanciales en la regulación, como la aplicación de coeficientes dinámicos, así como la unificación y digitalización de los procedimientos para la legalización de las instalaciones que permitan superar estos obstáculos e impulsa la adopción del autoconsumo solar en el segmento residencial y colectivo facilitando la creación de las comunidades energéticas.
Nos encaminamos hacia un modelo energético donde el consumidor formará parte activa del mercado eléctrico, proporcionando flexibilidad al sistema, ya sea dotando a su instalación solar de baterías donde almacenar la energía no consumida, o transfiriendo la energía almacenada en la batería de su vehículo eléctrico a la red. Algo de lo que hablaremos con toda seguridad en los próximos meses a raíz de un nuevo actor, el agregador de la demanda, una figura incipiente regulada desde hace tan solo un par de meses y que habrá que estar muy atentos en su desarrollo.
El nuevo papel del instalador como guía del consumidor
El autoconsumo y el vehículo eléctrico están necesariamente vinculados al edificio, un espacio de actividad natural para el instalador, donde hay que poner el foco cuando hablamos de una transición energética que tiene como uno de sus principales retos la renovación energética de edificios. Todo ello supondrá una importante generación de empleo, un aumento de la eficiencia y ahorros para los consumidores.
En conclusión, el sector eléctrico va a aumentar considerablemente su peso en el mix de consumo, mediante la electrificación de la movilidad y el aumento del uso de bombas de calor por aerotermia para calefacción, refrigeración y producción de ACS en el sector residencial y terciario. En consecuencia, todo ello supone una oportunidad de negocio para múltiples empresas; muchas de ellas pequeñas y medianas, con técnicos cualificados, que están en condiciones de contribuir a alcanzar las tasas de rehabilitación energética necesarias.
Bien harán estas empresas en tener muy en cuenta lo que supone en este contexto la transformación como herramienta fundamental en los sistemas de almacenamiento y transformación de la energía; el desarrollo de la generación distribuida y, por consiguiente, la creación de comunidades energéticas. Por ello, las empresas instaladoras deben desarrollar un papel de acompañamiento y de promoción guiando a los consumidores en este nuevo paradigma energético.
Para finalizar, os recomiendo a todos los profesionales, tanto técnicos como instaladores, que estéis interesados en mejorar vuestras capacidades como prescriptores ante el cliente una serie de contenidos relacionados con lo expuesto en este articulo, que están disponibles en esta web: https://www.prysmianclub.es/al-dia/ . Lo más reciente es el ciclo de webinars “El instalador del futuro”, organizados conjuntamente por Prysmian Group y Schneider Electric, y en los que participo, junto con expertos de ambas compañías.
Como me despido siempre. A todos los que todo esto os interesa, os espero en mis próximos artículos. ¡Hasta pronto!
Buen artículo, gracias.
Laborconsulting