El sector energético se halla en pleno cambio y está llamado a tener un papel clave en la salida de la crisis actual, ya que se moverán unos 240.000 millones de euros en los próximos diez años para llevar a cabo la transición energética a la que España se ha comprometido. Se prevé que se pueden generar entre 250.000 y 300.000 nuevos puestos de trabajo. Una parte importante de estas inversiones las llevarán a cabo las grandes compañías, principalmente en el sistema eléctrico, en actualización de redes de transporte y distribución, grandes parques renovables y sistemas de almacenaje, etc.
Otra gran partida se empleará en la rehabilitación energética de miles de edificios y, finalmente, ante la imperiosa necesidad de ganar peso industrial, debemos impulsar la definitiva entrada de la Industria 4.0. Todo este movimiento de capital debe repercutir en una redistribución de la actividad con una mayor participación de las pequeñas empresas donde la digitalización no puede ser un factor excluyente sino integrante.
Un cambio en beneficio de todos
La transición energética que viene no se puede limitar como en reformas anteriores a activar solo grandes proyectos que sirven para poner números bonitos del gobierno de turno ante la opinión pública, pero que no repercuten en la mayoría de la sociedad. La transformación tiene que ser masiva y capilar, con la participación de pequeños agentes, empresas especializadas en eficiencia energética y energías renovables que sepan ganarse la confianza de los pequeños consumidores industriales, comerciantes y familias, entre otros agentes.
Esta reforma debe beneficiarnos a todos. Cada uno de nosotros jugará un papel prescriptor y, por tanto, nos exigirá un aprendizaje y una responsabilidad con nuestros clientes y, por supuesto, ante la sociedad en general.
La pandemia como “cura” de realidad
El COVID-19 ha puesto de relieve carencias y deberes pendientes que ya teníamos. Toca enfrentarnos a una nueva realidad envuelta en incertidumbre. Esta crisis ha puesto los fundamentos de muchas economías en tensión, con efectos de distinto impacto entre sectores, pero en cualquier caso activando algunas de las tendencias que veíamos, a las que no atendíamos lo suficiente.
Una de las principales evidencias es el efecto de la “brecha digital”, tanto a nivel individual como empresarial. Los últimos meses nos han permitido comprobar ciertas distancias entre aquellos que ya se estaban preparando para la transición hacia el nuevo contexto digital, que les ha permitido una mayor adaptación y, en muchos casos, hacer un balance positivo de su actividad cogiendo distancia en su ventaja competitiva y resistiendo mejor los avatares de la coyuntura actual.
Es evidente que el nuevo contexto digital ofrece tremendas posibilidades para aquellos que se manejan bien en él y acelera la exclusión de aquellos que estén en el extremo opuesto. Lo que menos necesita nuestra economía, en general, y nuestro sector, en particular, es un aumento de la desigualdad, siendo por lo general las pymes, micropymes y autónomos los más vulnerables.
Por suerte, cada vez hay más pequeños empresarios que están interpretando muy bien el cambio a nuevos modelos de negocio, aprovechando las ventajas que ofrece la tecnología, sacando provecho de una estructura reducida, siendo ágiles y flexibles en un contexto de cambios rápidos y constantes y, en definitiva, siendo capaces de adaptarse mejor a los nuevos escenarios.
La inexorable digitalización del sector eléctrico
Nada nuevo en el titular. Uno de mis primeros artículos de este blog, hace ya tres años, se titulaba “El instalador será digital o no será”. Esta afirmación ya es una certeza. La digitalización es un proceso crucial para las empresas que quieran competir en esta década y una amenaza para aquellas que no la aplican confiando en que su experiencia de muchos años es suficiente para mantener o captar clientes.
Muchas pymes tienen temor al cambio y a dar el salto, sobrevalorando sus carencias, infravalorando su potencial, lo que provoca en muchos casos cierto bloqueo. El potencial de una pyme instaladora puede ser tremendo, pero requiere estrategia con visión a medio y largo plazo e inversión en recursos. ¿Por qué no invertir en un activo en alza?, ¿por qué no invertir en las propias capacidades?
Ha llegado el momento de “coger al toro por los cuernos” creando nuevos modelos de negocio, donde la digitalización de procesos-cliente permite dar un gran salto en productividad, mejorar los ingresos en actividades de mayor valor añadido que vienen acompañadas de constantes innovaciones tecnológicas y respaldadas por cambios regulatorios más favorables.
Entre las muchas actividades incipientes que se perfilan en la nueva transición energética la gestión remota de servicios energéticos adquiere una relevancia competitiva de máximo rango. Soluciones telegestionadas para todo tipo de clientes y rango de dificultad a gestionar. Técnicos e instaladores tienen ante sí la posibilidad, con acceso a los datos de sus clientes, de la gestión remota de viviendas, comercios, edificios máquinas, fábricas y sistemas.
Aportación de las pymes instaladoras
La sociedad necesita de esta transición energética y, por mucho que se concentren determinados servicios en grandes compañías, también necesitaremos la intervención de miles de pymes instaladoras, aunque las aportaciones de cada una de ellas tendrán distinto valor en función de su puesta al día.
El cambio hacia lo digital no sería completo si queda limitado a operaciones técnicas en el cliente; debe ser un cambio transversal que ya he comentado en varias ocasiones. Actuando sobre actividades internas de la empresa back office, como es la administración, entre otras, y muy en especial todo lo relacionado con la relación con el mercado, la gestión comercial y la comunicación a través de las redes sociales y un buen posicionamiento web, el front office.
¿Coger el toro por los cuernos en plena crisis?
Me parece lógico que muchos os hagáis esta pregunta. En mi opinión, las pymes instaladoras necesitan ganar tiempo y coger aire en un momento tenso, incierto y problemático, resistiendo en ese periodo, preservando la liquidez mínima que asegure con holgura la operatividad en los próximos meses. Si es preciso refinanciándose para no tener que sufrir la presión de una tesorería demasiado ajustada que nos lleve a decisiones precipitadas.
Ahora toca templanza y confiar con preparación en nuestras capacidades para cuando se alcance una nueva normalidad, más eléctrica y sostenible, donde nuestros servicios serán esenciales y cada vez más preciados.
En este sentido, comparto con vosotros algunas ideas más en esta línea en tres mini-cursos de 15 minutos cada uno, que encontrareis en Prysmian Club.
“Como me despido siempre. A todos los que todo esto os interesa, os espero en mis próximos artículos”. ¡Hasta pronto! Y sobre todo os deseo un feliz verano, cargar pilas y volver con una buena dosis de optimismo. Os necesitamos…”