Las cifras del mercado indican una cierta estabilización de los precios, a excepción del níquel que casi 20 días después del inicio de la invasión sigue disparado: su precio se ha incrementado un 93 %. También destacan la subida del acero y de la electricidad.
A punto de cumplirse 20 días del inicio de la invasión rusa de Ucrania, diversos indicadores apuntan a una cierta estabilización de los precios de las materias primas consideradas esenciales para el sector eléctrico. Eso sí, esta estabilización incluye, en la mayoría de los casos, una subida de los precios respecto a las cotizaciones previas al inicio del conflicto.
Esta cierta estabilización, que hay que tomar con toda la cautela posible, llega después de una semana como la pasada en la que el aluminio, el cobre, la electricidad, el gas y el petróleo registrasen máximos históricos.
La siguiente tabla recoge el precio de diversas materias primas de interés para el sector eléctrico el día antes de que estallase la guerra y los precios de estos mismos materiales a cierre de ayer, así como la variación porcentual y en euros o dólares y el día en el que se registraron los máximos:
Comparativa del precio de diversas materias primas desde el inicio de la guerra hasta hoy. Elaboración propia. * Datos de la Bolsa de los Metales de Londres (LME). ** Cifras de OMIE. *** Datos de MIBGAS. **** Fuente: Cinco Días.
De los datos que recoge la tabla cabe destacar la evolución del níquel, que acumula ya 5 días por encima de los 48.200 dólares/tonelada, cuando antes del inicio del conflicto estaba en torno a los 25.000 $/t. Es decir, su precio, a día de hoy, casi se ha multiplicado por dos. Además, la bobina de laminado en caliente (HRC) de acero, la que más se utiliza en la industria a nivel global, se ha encarecido casi un 39 %.
Destaca, también, la subida del precio de la electricidad, arrastrado, fundamentalmente, por el aumento del coste del gas, aspecto que repercute de forma directa y especialmente en los fabricantes del sector que utilizan la electricidad de forma intensiva.
A ello hay que añadir la subida del precio del petróleo que, a buen seguro, contribuirá a encarecer el precio del transporte, ya de por sí tensionado por la escasez de contenedores que provocó el crecimiento repentino de la demanda tras la fase más dura de la pandemia.