El documento prevé alcanzar los 20 gigavatios de almacenamiento para 2030. La Estrategia incluye 10 líneas de acción y 66 medidas que buscan flexibilizar el sistema eléctrico nacional a la vez que se favorece la integración de las energías renovables.
El Consejo de Ministros aprobó este martes la Estrategia de Almacenamiento Energético, otro de los pilares del Gobierno dentro de su programa para potenciar las energías renovables, en el que se enmarcan, también, el nuevo marco retributivo de las renovables y la Estrategia Nacional de Autoconsumo en la que trabaja el Ejecutivo.
La Estrategia de Almacenamiento define aspectos clave de un sector estratégico para garantizar la transición ecológica y la integración de las energías renovables en el sistema eléctrico nacional, ya que los sistemas de almacenamiento permiten guardar energía limpia cuando hay excedentes para utilizarla cuando la generación verde sea escasa o aumente la demanda.
“Estas tecnologías dotan al sistema de flexibilidad y estabilidad, lo capacitan para hacer frente a la variabilidad y a la parcial predictibilidad de las tecnologías renovables y evitan la pérdida de energía limpia cuando existe capacidad para generar más energía renovable de la que se puede consumir”, explican fuentes del Ministerio para la Transición Ecológica.
El almacenamiento contribuye, además, “a la participación de la ciudadanía en el cambio de modelo energético, aumenta la competencia, potencia el desarrollo de la I+D+i, genera empleo y, con ello, se impulsa la recuperación económica y el fortalecimiento industrial“, apuntan desde el MITECO.
El almacenamiento energético tiene una aplicación directa en nichos de negocio como el de la movilidad eléctrica, el sector de la construcción y la rehabilitación (a través del autoconsumo eléctrico y el almacenamiento de la energía térmica) y el ámbito industrial, en el que el autoconsumo también va a ir ganando terreno como herramienta para ahorrar costes.
Objetivos de la Estrategia
El documento cuantifica las necesidades de almacenamiento para contribuir a la descarbonización del sistema energético y establece dos objetivos importantes: en primer lugar, contempla disponer de una capacidad de almacenamiento total de unos 20 gigavatios para 2030, contando con los 8,3 gigavatios de almacenamiento que ya están disponibles a día de hoy.
En segundo lugar, la Estrategia define como objetivo para 2050 alcanzar una capacidad de almacenamiento de 30 gigavatios. En ambos casos, a la hora fijar las capacidades se tiene en cuenta tanto el almacenamiento a gran escala como el distribuido.
Además, esta Estrategia incluye 10 líneas de acción y 66 medidas que abordan aspectos como los siguientes: la participación del almacenamiento en el sistema energético; la economía circular o las comunidades energéticas para generar espacios de participación ciudadana; el impulso del hidrógeno renovable; el desarrollo de nuevos modelos de negocio como la segunda vida de baterías; la formación y la eliminación de barreras administrativas para facilitar iniciativas y proyectos.
Tecnologías
El documento identifica un amplio abanico de tecnologías de almacenamiento. Entre ellas, destaca, por su madurez, las centrales hidráulicas de bombeo, que permiten impulsar el agua para almacenarla en depósitos a gran altura y liberarla para producir electricidad cuando hay alta demanda.
Por supuesto, también hace referencia a las baterías, que son especialmente relevantes tanto por su aplicación en el sector de la movilidad eléctrica como en sistemas de autoconsumo para viviendas o negocios. Además, es relevante su aplicación a gran escala mediante la hibridación con plantas de generación renovable.
La Estrategia de Almacenamiento subraya la importancia, también, de los sistemas de almacenamiento térmico, así como de soluciones innovadoras entre las que destaca el hidrógeno renovable, “que desempeñará un papel clave en la reducción de las emisiones de sectores difíciles de descarbonizar”, aseguran desde el MITECO.
