A las diez y 36 minutos de la noche del pasado día 26, un terremoto de 4,1 grados en la escala Richter con epicentro en el municipio de Santa Fe sacudió la provincia de Granada. Poco después, una réplica de la misma intensidad. Más tarde, otro temblor de 4,5 grados. Y así hasta 40 movimientos sísmicos en una sola noche. Más de 100 a lo largo de la última semana.
A pesar de lo aparatoso de algunas imágenes que han circulado estos días por redes sociales e informativos de televisión, los instaladores y las empresas del sector no han tenido que lamentar daños ni físicos ni materiales. Tampoco se ha visto afectada su actividad habitual, aunque cada trabajador lo ha vivido de una forma distinta: del pánico a la resignación, pasando por el humor.
Así se ha vivido en el sector
“La sensación es que todos los cristales que dividen los diferentes despachos de nuestras oficinas se iban a caer. El primer impulso fue levantarnos y salir corriendo, que es lo que hicimos”, recuerda con una sonrisa una de las trabajadoras de la Asociación Autónoma de Instaladores Eléctricos y Telecomunicaciones de Granada (AAIE).
Más seria, la empleada reconoce que “la situación es preocupante porque algunos han sido intensos“, aunque añade que “no tenemos constancia de destrozos en nuestras empresas instaladoras. Miedo e incertidumbre sí, pero ahí ha quedado la cosa”, afirma en conversación con este medio.
Un buen susto es el que se llevaron en Suministros Rami, una empresa de distribución de nueve empleados que se ubica a escasos 11 kilómetros de Santa Fe. “El terremoto más fuerte hizo que saltara la alarma del escaparate de la nave por el sensor de movimiento. Más tarde vimos por las cámaras que se movieron los expositores y las calderas que tenemos expuestas”, explica una trabajadora de la empresa.
Los temblores también provocaron un pequeño incidente en su almacén, tal y como relata esta empleada a ‘C de Comunicación‘: “El viernes por la tarde, a última hora, se cayó un palé de tubos de PVC, pero por lo demás todo bien. Ya nos estamos acostumbrando”, añade, con cierta ironía.
Por su parte, Miguel Rodríguez, gerente Elektrokamyr, distribuidor ubicado a las afueras de Granada, a unos 14 kilómetros del epicentro, reconoce que los temblores sí se han dejado sentir, “aunque no nos han afectado en nada”.
“Con la edad que tengo, ya viví una situación similar en el 79. Aquella serie de terremotos duró de marzo a agosto. Esta es la segunda parte”, afirma, entre risas, Miguel. “Ante todo resignación, porque no se puede hacer nada, no hay una pastilla que nos quite el terremoto. Así que solo nos queda suspirar y esperar que no sea más grave”, reflexiona el gerente de Elektrokamyr.
Por otro lado, Moisés Valverde es un instalador de Instalaciones Técnicas Moveca, empresa situada en Santa Fe, el epicentro del terremoto más intenso, que nos cuenta cuáles son las construcciones más afectadas: “Lo que realmente se está cayendo son los edificios ubicados en el casco viejo que están abandonados. En el resto, como mi vivienda o el almacén en el que guardo mi material, no hemos sufrido ningún daño“, explica.
Pues, como decía Miguel Rodríguez, solo queda esperar a que este episodio pase sin dejar mayores problemas para que, en unos días, se pueda recordar como una anécdota que provocó carreras y nervios.