Ayer fue el día más duro y triste para C de Comunicación en sus 15 años de vida. Ayer, 6 de mayo, se nos fue de manera imprevista y tremendamente pronto nuestro socio, amigo y uno de los pilares fundacionales del grupo, Joaquín Candela, a los 61 años de edad.
El vacío inmenso que dejan los que se marchan, en especial si ha sido de manera inesperada, resulta muy complicado de encajar. Joaquín, además de destacar por su faceta profesional, era un ser humano extraordinario, en todos los sentidos. Y no se trata de palabras huecas. Generoso, Buena Persona con mayúsculas, paciente, divertido, con gran sentido del humor, increíble amigo y compañero… Siempre atento a prestar su ayuda a todo el mundo. Y con una cualidad cada vez más difícil de encontrar: sabía escuchar con atención y siempre nos daba los mejores consejos, en lo personal y en lo profesional. Era nuestro confidente y asesor. Insustituible.
Joaquín no era periodista: su reino se centraba en los números y las finanzas. Pero tenía alma de periodista. No solo se atrevió con algún que otro blog (https://ferreteria-y-bricolaje.cdecomunicacion.es/opinion/joaquin-candela/2020/03/30/la-incertidumbre-en-epoca-de-coronavirus). También permanecía atento a todas las noticias que afectaban a los sectores en los que estamos presentes, aportaba pistas que seguir y nos ayudaba con las tan temidas -para los periodistas- magnitudes económicas. Su opinión era respetada y apreciada.
Se nos ha ido un referente para todos lo que integramos el grupo C de Comunicación. Nos queda el consuelo de haber compartido con él muchos años de andanzas, de errores, aciertos y éxitos. Y que su fe religiosa le tiene guardado, seguro, un lugar preeminente en el cielo, desde donde seguirá cuidando de todos nosotros.
