En el ámbito residencial, el autoconsumo fotovoltaico ya no es sólo una cuestión de eficiencia o ahorro, sino que las instalaciones están experimentando un salto cualitativo. En este sentido, evolucionan desde sistemas aislados hacia ecosistemas energéticos completos, capaces de ofrecer independencia, resiliencia y gestión inteligente del consumo. Además de impactar en el usuario final, esta transformación también redefine el papel del instalador profesional de material eléctrico.
El auge del autoconsumo doméstico
En el último lustro, el autoconsumo fotovoltaico residencial ha experimentado un crecimiento notable. En sus inicios, diferentes elementos propiciaron su impulso (normativas, caída de costes de paneles, incentivos económicos, alto precio de la electricidad, incertidumbre por la situación geopolítica…) para que los hogares comenzaran a apostar por generar su propia electricidad.
No obstante, el auge inicial experimentó una ralentización. Según algunos estudios, como el Informe Anual de Autoconsumo Fotovoltaico 2024 de APPA Renovables, la potencia instalada en viviendas se redujo un 34 % respecto al año anterior, alcanzando 346 MW. La tecnología es más accesible que nunca, pero factores como la excesiva burocracia y los largos trámites administrativos, el complejo y limitado acceso a red o la falta de incentivos fiscales, así como la reducción en los precios de la electricidad provocados, entre otras cosas, por la denominada “excepción Ibérica” han frenado su expansión.
“El autoconsumo sigue siendo una apuesta muy rentable que debemos impulsar”, afirmaba José María González Moya, director general de la asociación. De hecho, se calcula que una instalación residencial se amortiza en 8,5 años, con más de veinte años de vida útil por delante.
La vivienda, una unidad energética autónoma sostenible y conectada
Más allá del ahorro, también pesa la necesidad de una mayor seguridad energética frente a un contexto de precios volátiles, posibilidad de apagones esporádicos -como el vivido a finales de abril de 2025- y la creciente preocupación y sensibilidad climática. De este modo, la vivienda se convierte en una unidad energética autónoma sostenible y más conectada que nunca.
En este nuevo contexto, empiezan a consolidarse soluciones que integran generación, almacenamiento y gestión inteligente del consumo desde una única plataforma. Ejemplo de ello es la propuesta ‘todo en uno’ de Schneider Electric, que aúna Schneider Home y Wiser Home para ofrecer un control completo del ecosistema energético del hogar de forma accesible y eficiente.
Como apunta Fernando Vázquez, vicepresidente de Home & Distribution de Schneider Electric en la zona ibérica, el foco ya no está únicamente en cómo utilizamos la energía, sino en cómo la producimos, almacenamos y gestionamos de manera inteligente”. “Esta perspectiva integral es clave para que los hogares dejen de ser simples consumidores y se conviertan en protagonistas activos de la transición energética”, explica.
Además, asegura que “no se trata de una visión futurista, sino de soluciones concretas que ya están cambiando nuestra forma de vivir”. De este modo, la solución integrada de Schneider Electric “no solo conecta todos los flujos energéticos del hogar, sino que otorga al usuario el control y el liderazgo de liderar su propio camino hacia la sostenibilidad”.
Lejos de ser una tendencia pasajera, el autoconsumo fotovoltaico residencial está sentando las bases de una nueva cultura energética. Un ecosistema que va más allá del panel solar, donde el almacenamiento y la digitalización permiten al usuario optimizar su consumo, ganar independencia y participar activamente en la gestión energética de su hogar.
Tipos de autoconsumo fotovoltaico residencial
En lo que respecta al autoconsumo, no todas las instalaciones son iguales, sino que varían para adaptarse a las diferentes necesidades energéticas, técnicas y económicas de cada hogar. Así, se pueden encontrar instalaciones sin excedentes (sin vertido a la red), con compensación de excedentes (vertido a red), con almacenamiento (batería) o sistemas híbridos:
- Instalación sin excedentes. Entre las principales características, en este caso no hay vertido de energía a la red y se utiliza para un consumo instantáneo.
- Instalación con compensación de excedentes. A diferencia de la anterior, vierte la energía sobrante que no se está consumiendo a la red, percibiendo el propietario de la instalación una posterior compensación económica.
- Instalación con almacenamiento (batería). Este tipo de instalación se encarga de acumular el excedente de energía para un consumo posterior (noche, días nublados…).
- Sistema híbrido. En este caso, se combina generación, almacenamiento y posibilidad de vertido a red eléctrica.
Esta evolución tecnológica está allanando el camino hacia una vivienda energéticamente autosuficiente, donde la red ya no es la única fuente disponible. Aunque, atendiendo a informes como el ya mencionado, en España el número total de nuevas instalaciones residenciales ha descendido, sí crece el interés por soluciones más avanzadas (como sistemas con almacenamiento y gestión inteligente), especialmente en comunidades autónomas como Cataluña, Andalucía y Comunidad Valenciana, que históricamente concentran una gran parte de la potencia instalada en autoconsumo.

El almacenamiento en el autoconsumo, el gran paso hacia la independencia energética
La incorporación de baterías para el autoconsumo ha sido uno de los grandes catalizadores del nuevo modelo residencial. Según APPA Renovables, en 2024 se instalaron unos 155 MWh de almacenamiento en España, de los cuales el 40 % corresponden al ámbito residencial. Este aumento refleja el interés por maximizar la eficiencia de las instalaciones y reducir la dependencia de la red.
Por su parte, desde UNEF (Unión Española Fotovoltaica) también señalan que la digitalización y el almacenamiento serán las claves para una segunda oleada de instalaciones más complejas, pero también más rentables y sostenibles.
El almacenamiento, además de aprovechar al máximo la energía generada,…
- asegura el suministro eléctrico en caso de cortes o picos de demanda, siempre y cuando se cuente en la instalación con inversores o sistemas que permitan el uso en “modo isla”,
- mejora la eficiencia del sistema solar (energía nocturna, días nublados),
- y permite modelos más avanzados, como la gestión horaria del consumo, incorporar tecnologías avanzadas de climatización como aerotermia o la recarga de vehículos eléctricos.
Actualmente, el autoconsumo con almacenamiento se ha convertido en una de las opciones preferidas para aquellas personas que buscan independencia energética en el hogar. Y con ello, también crece la necesidad de sistemas de gestión inteligentes que ayuden a monitorizar la producción, el consumo y el estado de la batería en tiempo real.
Pese a ello, España sigue rezagada respecto a sus vecinos europeos en cuanto a almacenamiento energético: aunque lidera la potencia fotovoltaica, apenas representa el 4 % del almacenamiento de baterías en la UE, según un reciente estudio de Solar Power Europe. Incentivar este vector será clave para lograr los objetivos de descarbonización y autosuficiencia recogidos en el PNIEC 2021-2030, que marca un horizonte de 19 GW de autoconsumo en 2030.

El papel del instalador
Se abre un nuevo paradigma energético que requiere repensar el papel del instalador profesional, quien no solo debe dominar la instalación de paneles fotovoltaicos sino que necesita contar con otras importantes competencias con las que encuentran nuevas oportunidades de negocio:
- Dimensionamiento y configuración de baterías.
- Conexión y sincronización con la red eléctrica.
- Programación y puesta en marcha de sistemas de monitorización.
- Asesoramiento sobre normativas, subvenciones y eficiencia energética.
De este modo, el instalador ya no es simplemente un técnico, sino que se convierte en un integrador energético capaz de ofrecer soluciones completas a medida. Una figura clave, por tanto, en la transición hacia un modelo eléctrico distribuido, inteligente, sostenible y mucho más resiliente.